Acabamos de celebrar el Carnaval y eso significa que ya hemos estrenado la cuaresma!!
Estos 40 días antes de Pascua, para los católicos y otros ritos religiosos es tiempo de sacrificio y de penitencia. Pero lo cortés no quita lo valiente, así que para los reposteros, es una oportunidad de recuperar dulces tradicionales y de descubrir nuevas recetas relacionadas con esta época del año.
Como en casa los buñuelos - dulce cuaresmil por excelencia, que me perdonen las torrijas... - no les gustan a todos, hemos hecho una variante con tartaletas de masa quebrada. Os cuento un secreto? Son tartaletas que nos sobraron de los aperitivos de Navidad y que habíamos congelado para usar en otra ocasión. Y es muuuuy práctico. La masa quebrada puede congelarse en crudo o una vez horneada, y para mi, es mucho más práctico hacer y hornear todas las que pueda en una sesión, y luego congelar las tartaletas ya listas para descongelar y usar, metidas en bolsitas de congelación bien cerradas. Así, os aguantan perfectamente unos 3 meses en el congelador.